sábado, 24 de mayo de 2014

Bodas de sangre.




Los símbolos en el teatro de Federico García Lorca

Es indudable que la obra lorquiana está cargada de gran simbolismo que se repiten constantemente y que aparecen reflejados en obras como Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba y Yerma. Vamos a pasar a analizar la simbología lorquiana en la primera de ellas.  

En Bodas de sangre, la tragedia se nota desde el inicio. El cuchillo o la navaja es el símbolo que abre y cierra esta pieza teatral y que la madre recuerda constantemente a lo largo de toda la obra. La navaja es la causante de la muerte del hijo y del marido de la madre. Todo gira en torno al cuchillo. Madre y novia repiten incesantemente el poder trágico del cuchillo. Ya desde la primera escena la navaja adopta dimensiones funestas y terribles, que desembocarán en tragedia:

La navaja, la navaja… Malditas sean todas y el bribón que las inventó.

El cuchillo está relacionado con el sacrificio en las religiones primitivas. El cuchillo significa la muerte y la inmolación en determinados ritos. Siempre serán seres masculinos los que morirán. En el tercer acto, el cuchillo se torna en un puñal de plata, que toma unas connotaciones claramente sacrificiales.


La luna es otro de los símbolos más representativos y más utilizados en la obra de Lorca. En Bodas de sangre, la luna se representa como la divinidad. La luna crece, decrece, nace y muere; es el astro por excelencia que marca los ritmos vitales. En esta obra la luna va a presenciar la muerte de los protagonistas. En el bosque, donde se refugian los amantes, aparece la luna. La luna aparece personificada, pues habla en un largo soliloquio. La luna lleva a los amantes a la muerte, como símbolo de la fatalidad. La luna canta furiosa las ansias de sangre.



Otro de los símbolos que aparecen constantemente es el caballo como símbolo de la masculinidad. El caballo también se puede relacionar con la muerte, como portador de esta. El símbolo del caballo aparece ligado al personaje de Leonardo, único personaje que tiene nombre en esta obra. El caballo se relaciona en este personaje con la virilidad y la fuerza masculina. También tiene un fuerte sentido erótico.  En esta obra parece que nos inclinamos más por la interpretación fatídica de este animal, pues nos recuerda también al Apocalipsis. Es importante destacar que el caballo en Bodas de sangre simboliza la pasión, ya que Leonardo rapta a la novia en caballo.



En esta obra, el agua aparece en boca de la madre al referirse a la novia, diciendo de esta que no es agua limpia, mancillando así su honor y dejando ver la deshonra de la novia. Más adelante el agua aparece de color negro, lo que simboliza el odio:

El caballo grande / que no quiso el agua / El agua era negra.

También aparece el río muerto, el agua estancada que simbolizan claramente la muerte. El agua también es símbolo de la vida, el germen de la vida, la regeneración. Leonardo es símbolo de la energía ligada al agua.



José Luis Braulio Benítez.

jueves, 22 de mayo de 2014

Bodas de sangre

EL PODER Y LA VIOLENCIA EN BODAS DE SANGRE

La obra de García Lorca está dominada por el sistema social del matriarcado. Como podemos ver en muchas de sus obras, la protagonista es una mujer, como en el caso de Yerma; en otros casos una mujer viuda como sucede en La casa de Bernarda Alba o Bodas de sangre.

Centrándonos en esta última obra, vemos que la violencia abre y cierra toda la obra. La madre ejerce una violencia más bien de tipo verbal. Le han matado a su marido y a su hijo y todo apunta que el final también será trágico en este caso.


Su hijo está comprometido con la novia, una chica de una hacienda vecina de la que la madre tiene ciertas dudas. Cuando su hijo sale al campo no le gusta que lleve una navaja ya que sus familiares han muerto por culpa de ella. La novia parece más enamorada de Leonardo que de su prometido y no duda en huir con el joven. Ambos personajes masculinos morirán.


El poder en Bodas de Sangre lo vemos reflejado en la autoridad de la madre viuda en el caso de nuestro protagonista y también, como no podía ser menos, por la autoridad masculina, ya que este es el encargado de entregarle al novio la mano de su hija. Cuando una mujer queda viuda esta es la que ejerce el poder, como en el caso de la obra que estamos analizando o en la ya mencionada anteriormente La casa de Bernarda Alba.




En cuanto a la violencia debemos recordar los hechos históricos reales que condicionaron esta pieza teatral: los crímenes de Níjar. La violencia que tendrá lugar en la obra se nos muestra desde el principio por el sentimiento de venganza que tiene la madre por la muerte de su marido y su primogénito. Esta violencia será la desencadenante de más violencia y de nuevo otro hijo morirá junto con Leonardo. 

José Luis Braulio Benítez.

lunes, 19 de mayo de 2014

Don Álvaro o la fuerza del sino.

Lo satánico en Don Álvaro o la fuerza del sino.

La jornada de Don Álvaro o la fuerza del sino se inicia en el convento de los Ángeles, uno de los lugares más sagrados por antonomasia y antítesis de lo infernal o satánico. La primera referencia que se hace a Don Álvaro como ser infernal sale de la boca de don Alfonso, que tras pedirle al Hermano Melitón que lo conduzca a ver al padre Rafael, este le pregunta que con cuál, ya que en el convento hay dos. La respuesta de don Alfonso no nos deja indiferente, le dice que quiere hablar con el del infierno:

HERMANO MELITÓN: El otro es…
DON ALFONSO: El del infierno.

El Hermano Melitón se dirige a la celda de don Álvaro donde se encuentra orando y le dice que un matón quiere verle. Como vemos se hacen continuas alusiones al mundo satánico y al tema de la violencia. Don Alfonso reconoce inmediatamente a quien ha causado tantos malos a su familia. Don Alfonso tiene sed de venganza, lo ha estado buscando durante cinco años. Le ofrece una espada, ya que este está desprovisto de cualquier arma con la que luchar. Don Álvaro intenta hacerle ver a don Alfonso que está arrepentido de todo cuanto mal ha causado, ya que ha sido fruto del destino. Don Álvaro está pagando sus culpas en el convento y  no se muestra en actitud desafiante como la de don Alfonso. Don Álvaro se humilla ante don Alfonso y le muestra su más profundo arrepentimiento.



En el momento que don Alfonso menciona el origen impuro de don Álvaro, este se revela y muestra una actitud de lucha, toma la espada y se dispone a batirse en duelo con don Alfonso.  De nuevo se hace presente el carácter satánico de don Álvaro al hacer referencia al infierno:
DON ÁLVARO (Reportándose)

No…, no triunfa
tampoco con esta industria
de mi constancia el infierno.
Retraos, señor.

Don Álvaro es un personaje que siempre se mueve en el infierno y muestra su cara más vengativa y salvaje cuando se hace mención a su origen incierto. En la misma escena, don Álvaro hace referencia una vez más al infierno cuando don Alfonso le propina una bofetada y desata toda su ira.

Cuando don Álvaro dialoga con el Hermano Melitón, tras preguntarle que a dónde va, este responde que al infierno: DON ÁLVARO: (Saliendo con don Alfonso.) ¡Voy al infierno!, a lo que el Hermano Melitón le responde:

HERMANO MELITÓN

¡Al infierno!... Buen viaje
También que era del infierno
dijo, para mi gobierno,
aquel nuevo personaje.

Como vemos, no solo don Álvaro hace referencia al infierno, sino también el Hermano Melitón, a la vez que se va incrementando la tensión escénica por el trágico desenlace que tendrá lugar al final de la obra.



Don Álvaro vuelve a hacer referencia a su carácter demoniaco cuando se hace referencia, de nuevo, a su procedencia. Don Alfonso conoce de muy buena mano la procedencia mestiza de don Álvaro, ya que ha estado en en Lima, a lo que este le responde:

DON ÁLVARO

Hombre, fantasma o demonio
Que ha tomado humana carne
Para hundirme en los infiernos,
Para perderme…, ¿qué sabes?...

Don Alfonso, que revela la verdadera procedencia de don Álvaro le responde:

DON ALFONSO

Ahora tienes que escucharme,
que has de apurar, ¡vive el cielo!,
hasta las heces el cáliz.
Y si, por ser mi destino,
consiguieses matarme,
quiero allá en tu aleve pecho
todo un infierno dejarte.

No solo don Álvaro aparece caracterizado como un ser demoniaco, sino que también lo es don Alfonso:

DON ÁLVARO
(Volviendo al furor)

¿Eres monstruo del infierno,
Prodigio de atrocidades?

Cuando don Álvaro mata a don Alfonso, este de nuevo se confiesa como «presa infeliz del demonio», tras haber actuado por venganza. Por último, es muy significativo el final de la obra, en el que don Álvaro, entra en el infierno condenado por sus delitos de sangre:

DON ÁLVARO.-  Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción...!



José Luis Braulio Benítez.

Salvajes

EL PODER Y LA VIOLENCIA EN SALVAJES DE JOSÉ LUIS ALONSO DE LOS SANTOS

Salvajes es un obra de José Luis Alonso de los Santos en la que el título resulta ya bastante agresivo y que anticipará lo que de lo que va a tratar la obra. Lo mismo que sucede con otras obras conocidas del autor como Bajarse al moro.

La obra cuenta la historia de tres adolescentes: Raúl, Mario y Bea que están bajo la responsabilidad de su tía Berta. Esta, al inicio de la obra, acaba de salir de la cárcel por un delito de tráfico de drogas. Este hecho se nos va contando a medida que avanza la obra. Estos tres jóvenes se encuentran inmersos en un mundo dominado por las drogas, la prostitución y la delincuencia. De hecho, su tía, Berta, cumple condena por un delito que no cometió, sino que asumió la responsabilidad ella misma para que no afectara así a sus sobrinos.


El medio social es clave para conocer este ambiente de miseria social en el que se mueven los personajes y que los va a condicionar durante toda la obra. Se trata de un círculo vicioso del que no pueden salir, en el que la reintegración no es posible, excepto en algunos casos.


Raúl, el más joven de los tres es el más violento y agresivo. Pertenece a los skin heads y es acusado de la muerte de un inmigrante nigeriano, al que él y sus amigos habían golpeado con un bater de beisbol. Su violencia no es solo verbal, sino física. No duda en hacerle frente a su tía, inlcuso la llega a increpar. En la escena en la que están todos comiendo espaguetis con tomate, Raúl se pone muy violento con su tía Berta y llega a tirar su plato. La joven Bea está sumergida en el mundo de la prostitución. A causa de esto, Roco y Raúl mantienen una acolorada disputa, ya que el hermano pequeño no quiere que Roco se acerque a su hermana Bea.



Otro momento donde se muestra la violencia física en la obra es cuando Charly y Nono, los dos camellos, increpan a Bea y Berta reclamando el dinero que le deben Mario y Raúl a consecuencia de la venta de drogas.  Raúl, en cuanto ve a estos dos en su casa, no duda en echarles la mano al cuello, pero su hermano Mario, que es bastante más prudente, logra pararlo sin que llegue la sangre al río.

Finalmente, la vida no pinta bien para estos chicos. Raúl muere a consecuencia de las drogas, Bea sigue sumergida en el mundo de la prostitución y Mario es el único que logra rehacer y encaminar un poco mejor su vida gracias a una novia que tiene con la que se va a vivir. Para Berta, la cosa pinta mejor, se va con el comisario, que siempre había deseado conocerla más de cerca, al Cabo de Buena Esperanza.




José Luis Braulio Benítez.


domingo, 18 de mayo de 2014

Don Juan Tenorio.


Interpretación del final de la obra de Don Juan Tenorio y su singularidad como drama romántico.

La interpretación acerca del final de la obra de Don Juan Tenorio sigue siendo muy controvertida. A lo largo de la obra observamos cómo el amor que don Juan manifiesta por doña Inés va evolucionando para pasar, en primer lugar de un amor por la belleza física, luego a un amor por el alma virtuosa de doña Inés, para acabar en un amor divino.  Don Juan, que en todo momento se muestra incrédulo y desafiante, aparece al final de la obra aterrorizado por la ira de Dios al que le pide misericordia y salvación.

En la primera parte don Juan se muestra desafiante y cínico ante Luis Mejía, al que reta en presencia de los padres de ambos. Sus palabras muestran a un don Juan frívolo, para el que el amor solo supone un juego. Al principio don Juan es un ser desalmado, es el típico burlador. Al final del primer acto no queda la menor duda de que don Juan es el típico truhán tras apostar que conquistaría a doña Inés solo porque es una novicia y no está entre su lista de fechorías.


Cuando don Juan comprueba la belleza de doña Inés, la apuesta pasa a un segundo plano y lo que le importa ahora verdaderamente es el amor como sentimiento elevado y refinado. Vemos, pues, la primera transformación de don Juan. El amor se convierte en una enfermedad, idea heredada de la Edad Media y el amor cortés. En la escena del diván, don Juan cae rendido ante los pies de doña Inés. Don Juan se humilla ante el Comendador, ya que ve que su salvación se puede llevar a cabo gracias al amor. El amor incondicional que doña Inés muestra por don Juan hace que lo perdone por la muerte de su padre.

En la segunda parte, doña Inés ofrece su alma a cambio de la salvación del alma de don Juan. Doña Inés le pide a don Juan que se arrepienta de sus pecados, si no lo hace doña Inés irá al infierno junto con su amado. Ella está convencida de que se arrepentirá de sus pecados, por eso, sacrifica su salvación o su condena eterna al arrepentimiento de don Juan. Vemos como el personaje de don Juan va evolucionando hasta llegar a la escena final donde el cambio es casi absoluto. Finalmente decide arrepentirse y salvarse así junto con doña Inés:

Suéltala, que si es verdad 
que un punto de contrición 
da a un alma la salvación 
de toda una eternidad, 
yo, Santo Dios, creo en Ti: 
si es mi maldad inaudita, 
tu piedad es infinita… 
¡Señor, ten piedad de mí!

Esta obra, considerada cumbre del Romanticismo, presenta un final que para nada se espera al inicio de esta. Vemos pues que se trata de una obra bastante moralizante tamizada por la tradición cristiana imperante en la época. Se trata del triunfo de un amor divino. El sufrimiento del amante se identifica con la pasión de Cristo. A doña Inés se le podría identificar del mismo modo con la Virgen, ya que muere casta y pura sin conocer los placeres del amor más humano y carnal. Sin embargo, resulta paradójico que lo que conocemos de esta obra es el lado burlador y seductor de don Juan. No pensamos en el don Juan arrepentido a los pies de doña Inés, ni en aquel sumiso y arrepentido personaje que pide clemencia por la salvación de su alma. Tampoco evocamos al don Juan humillado, que se pone de rodillas ante el Comendador, sino en el don Juan seductor que mancilla la honra y la virtud de las mujeres. Don Juan es de una naturaleza infinitamente contradictoria, al renunciar al infierno renuncia, en gran medida, a su esencia.



Don Juan Tenorio constituye el drama romántico por excelencia. Supone un retorno a la Edad Media y la revaloración de temas propios del Siglo de Oro. Se retoma la estética lopesca y calderoniana. Don Juan Tenorio supone una parodia clásica. En la obra observamos todos los elementos de la obra seria, pero sin bases creíbles. Don Juan Tenorio es una refundición de El Burlador de Sevilla y Convidado de piedra de Tirso de Molina.  El donjuán de Zorilla no pretende ser una nueva interpretación del personaje tirsiano. El tema del honor inflexible está representado por Gonzalo de Ulloa al igual que en los dramas calderonianos. Sin embargo, la gran contribución de Zorrilla al Romanticismo constituye la creación de doña Inés, que hace posible la salvación del libertino. El estilo del drama está en armonía con el tono paródico. Una gran cantidad de elementos románticos invaden el drama: elementos carnavalescos, peleas callejeras, apuestas, encarcelamientos, sacrilegio, rapto, etc. La segunda parte se abre con sepulcros, estatuas de piedra, invitación temeraria, banquete, duelos y muerte. 


José Luis Braulio Benítez.

Los niños perdidos

LA MEMORIA HISTÓRICA EN EL TEATRO. REFLEXIONES SOBRE LA MISMA EN LA OBRA LOS NIÑOS PERDIDOS DE LAILA RIPOLL

La aprobación de la ley de la Memoria histórica en diciembre de 2007 ha dado lugar a la creación y publicación de este libro con el objetivo de reconocer a las víctimas de la Guerra Civil durante el franquismo.

En esta obra la escritora se centra sobre todo en los más desfavorecidos de la sociedad, los niños, que sufren las consecuencias devastadoras de esta guerra que divide a España en dos. Muchos de los intelectuales tuvieron que huir del país al estallar la Guerra Civil. Es es el caso de los familiares de Laila Ripoll, que tuvieron que huir debido a la represión franquista ejercida sobre los que apoyaban fieramente la República. Este es el punto de partida de este libro.



Laila Ripoll tiene como objetivo hacer que la sociedad española actual conozca en profundidad el desarrollo de este proceso bélico sobre las personas que sufrieron las consecuencias negativas de la acción bélica. Otro de sus objetivos es reconocer la dignidad de los fallecidos durante la guerra y denunciar las duras represalias que se tomaron durante el régimen franquista.



Mediante la ley de la Memoria histórica se pone de manifiesto la importante necesidad de establecer una serie de derechos y medidas a favor de quienes padecieron las fatales consecuencias de esta guerra. En el contexto democrático que nos encontramos es necesario que las nuevas generaciones conozcan estas injusticias y agravios que sufrieron los que por motivos ideológicos se opusieron a la intervención franquista. 

Conviene destacar que no solo hubo muertos, sino también personas que fueron deportados, sometidas a trabajos forzosos o desprovistas de todos sus bienes. Esta época fue una etapa muy represiva en lo que a la creación artística y cultural se refiere.


No podemos olvidar que el tema de la memoria histórica siegue siendo hoy en día un tema muy delicado y no se puede hablar abiertamente de ella porque aún hoy sigue habiendo censura y sigue constituyendo una herida abierta. El teatro debe cuestionar esta realidad y debe enseñar e instruir a las generaciones actuales, que están más alejadas cronológicamente de esta etapa, ofreciendo diversas perspectivas. 

José Luis Braulio Benítez.

martes, 13 de mayo de 2014

El estudiante de Salamanca

EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA COMO PIEZA ROMÁNTICA

El estudiante de Salamanca es un poema narrativo en verso escrito por José de Espronceda, uno de los principales exponentes del Romanticismo español. Es un poema compuesto en cuartos partes, con un total de 1.407 versos. Vamos a proceder a analizar cada una de esas partes en cuanto a la temática y al estilo.

En la primera parte asistimos a la presentación de Félix de Montemar, personaje análogo a don Juan Tenorio. Aparece encarnando rasgos fantasmagóricos, el ambiente en que se presenta añade un halo de misterio y oscuridad entorno a este personaje al que se carateriza como “segundo don Juan Tenorio”· Hombre altanero, reñidor, burlador de mujeres. Es un hombre lleno de vicios, bien conocido en Salamanca. En esta primera parte se nos cuenta la historia de Elvira que fue seducida por él y acabó con toda su dicha.


En la segunda parte, doña Elvira se queja del dolor que ha sufrido por el amor de su amado a la cual engañó.  Doña Elvira está triste y llora por el abandono. Don Félix le hizo perder su pureza y su corazón está ahora desierto.  Es muy importante el uso de las flores, en primer lugar las deshoja como símbolo de la pérdida de su pureza virginal y en segundo lugar teje una guirnalda como símbolo de la muerte. Doña Elvira finalmente muere por la desolación que le ha provocado la falta de correspondencia del amor.
En la tercera parte va a estar dialogada entre don Félix y don Diego Pastrana, hermano de doña Elvira. Don Félix va a participar en juego de apuestas y pone en juego el retrato de doña Elvira. Don Félix apuesta también a la dama. Entra en escena Don Diego, que le comunica la muerte de su hermana al burlador. Ambos se baten en duelo.


La cuarta parte se inicia con la muerte de Don Diego.Tras esto, don Félix se encuentra a una mujer con un velo y la persigue por toda la ciudad, como buen burlador que es. Este paseo puede simbolizar el paso al más allá donde se encuentra a fantasmas y ánimas que transitan sin rumbo. Don Félix va a asistir a su propio entierro. Don Félix no teme, va a mantener su postura retadora y altanera desde el inicio de la obra y prefiere encomendarse al Diablo antes que a Dios. Don Félix descubre así que la mujer es doña Elvira, tras descubrirle el velo y don Diego lo obliga a casarse con ella, no obstante el protagonista sigue mostrándose altivo. El espectro de doña Elvira le tiene la mano y este siente un frío por todo su cuerpo que lo llevará a la muerte, no sin antes descubrir que doña Elvira era un esqueleto. Así pues se da cuenta de que él también había muerto. 


José Luis Braulio Benítez.

domingo, 11 de mayo de 2014

Don Álvaro o la fuerza del sino.

Don Álvaro o la fuerza del sino. Jornada III.

La jornada III, tras el enfrentamiento que mantiene don Carlos con los oficiales que intentan engañarle, nos muestra en la escena III un soliloquio de don Álvaro. En esta intervención, el protagonista expresa la angustia que le supone la vida y se queja del terrible destino que le acecha. De igual manera, dice mediante un oxímoron, que la vida es muy larga para él, que sufre. Esto nos avanza el triste final del héroe romántico. También se queja de su nacimiento, pues a medida que los problemas y dramas de la vida se van sucediendo, esta parece hacerse cada vez más larga y eterna. En este monólogo encontramos algunas reminiscencias al personaje calderoniano de Segismundo de La vida es sueño.

Don Álvaro se lamenta porque no puede ver a su amada, doña Leonor, a pesar de que la busca por doquier. El dolor vital de don Álvaro llega hasta el extremo que afirma que solo gozó de un día de placer, el día de su nacimiento. El protagonista nos desvela algunos rasgos de su procedencia en este monólogo que no conocíamos hasta ahora. Dada su condición de indiano, don Álvaro explica que posee un temperamento amoroso y ambicioso.

Don Álvaro implora a Leonor, pues cree que está muerta. Aquí, de nuevo, aparece una referencia a otra obra contemporánea como es Don Juan Tenorio. Esta vez don Álvaro se lamenta por la carga que le supone su existencia al verse separado de su amada y llora en su sepultura, al igual que le dice don Juan a doña Inés. A don Álvaro ya nada le importa, solo desea su muerte. De nuevo van a aparecer indicios que conducen el drama hasta su final más trágico.



Tras el incidente de don Carlos con los oficiales que intentaron engañarle en el juego, aparece de nuevo don Álvaro en escena socorriendo así al hermano de doña Leonor. Don Carlos no muestra su verdadera identidad y se esconde tras la de don Félix de Avellaneda, nombre inspirado en la novela cervantina La ilustre fregona, al igual que otros tantos en este drama. Don Álvaro hace lo mismo y se presenta como don Fadrique de Herreros. Esta técnica teatral, denominada dolus o engaño, sirve para hacer referencia a una suplantación de personalidad o de la identidad de otro personaje; en este caso se trata de un desdoblamiento de un mismo personaje. Es una técnica que aparece ya desde Plauto y se trata de una técnica metateatral. También se puede llamar a este mecanismo ironía situacional, que se lleva a cabo para sorprender al lector o espectador, en el que el personaje no es quien creíamos que era o toma otra identidad, si bien es cierto que esto último es más propio del teatro hispanoamericano.

Tras ser herido de bala, don Álvaro se desmaya al escuchar el nombre de Calatrava, una orden militar, de la boca de don Carlos. Este empieza a sospechar por qué tiembla don Álvaro al oír tal nombre. Don Álvaro, temiendo la muerte, le pide a su amigo don Carlos  que coja de su bolsillo la llave que abre una caja que se encuentra en su maleta. Le pide que en el momento de su muerte, coja los papeles que se guardan en ella y los queme sin abrirlos. Don Carlos no duda entre la amistad que profesa a su amigo que le ha salvado la vida y se deja llevar por su sed de venganza y hurga en la maleta de don Álvaro. Allí encuentra una caja pequeña en cuyo interior se encuentra un retrato de su hermana Leonor. Don Carlos ya no tiene dudas al respecto, conoce la verdadera identidad de don Álvaro. La jornada III concluye con el deseo de don Carlos de que don Álvaro siga vivo para darle muerte él mismo. 


José Luis Braulio Benítez.