domingo, 18 de mayo de 2014

Don Juan Tenorio.


Interpretación del final de la obra de Don Juan Tenorio y su singularidad como drama romántico.

La interpretación acerca del final de la obra de Don Juan Tenorio sigue siendo muy controvertida. A lo largo de la obra observamos cómo el amor que don Juan manifiesta por doña Inés va evolucionando para pasar, en primer lugar de un amor por la belleza física, luego a un amor por el alma virtuosa de doña Inés, para acabar en un amor divino.  Don Juan, que en todo momento se muestra incrédulo y desafiante, aparece al final de la obra aterrorizado por la ira de Dios al que le pide misericordia y salvación.

En la primera parte don Juan se muestra desafiante y cínico ante Luis Mejía, al que reta en presencia de los padres de ambos. Sus palabras muestran a un don Juan frívolo, para el que el amor solo supone un juego. Al principio don Juan es un ser desalmado, es el típico burlador. Al final del primer acto no queda la menor duda de que don Juan es el típico truhán tras apostar que conquistaría a doña Inés solo porque es una novicia y no está entre su lista de fechorías.


Cuando don Juan comprueba la belleza de doña Inés, la apuesta pasa a un segundo plano y lo que le importa ahora verdaderamente es el amor como sentimiento elevado y refinado. Vemos, pues, la primera transformación de don Juan. El amor se convierte en una enfermedad, idea heredada de la Edad Media y el amor cortés. En la escena del diván, don Juan cae rendido ante los pies de doña Inés. Don Juan se humilla ante el Comendador, ya que ve que su salvación se puede llevar a cabo gracias al amor. El amor incondicional que doña Inés muestra por don Juan hace que lo perdone por la muerte de su padre.

En la segunda parte, doña Inés ofrece su alma a cambio de la salvación del alma de don Juan. Doña Inés le pide a don Juan que se arrepienta de sus pecados, si no lo hace doña Inés irá al infierno junto con su amado. Ella está convencida de que se arrepentirá de sus pecados, por eso, sacrifica su salvación o su condena eterna al arrepentimiento de don Juan. Vemos como el personaje de don Juan va evolucionando hasta llegar a la escena final donde el cambio es casi absoluto. Finalmente decide arrepentirse y salvarse así junto con doña Inés:

Suéltala, que si es verdad 
que un punto de contrición 
da a un alma la salvación 
de toda una eternidad, 
yo, Santo Dios, creo en Ti: 
si es mi maldad inaudita, 
tu piedad es infinita… 
¡Señor, ten piedad de mí!

Esta obra, considerada cumbre del Romanticismo, presenta un final que para nada se espera al inicio de esta. Vemos pues que se trata de una obra bastante moralizante tamizada por la tradición cristiana imperante en la época. Se trata del triunfo de un amor divino. El sufrimiento del amante se identifica con la pasión de Cristo. A doña Inés se le podría identificar del mismo modo con la Virgen, ya que muere casta y pura sin conocer los placeres del amor más humano y carnal. Sin embargo, resulta paradójico que lo que conocemos de esta obra es el lado burlador y seductor de don Juan. No pensamos en el don Juan arrepentido a los pies de doña Inés, ni en aquel sumiso y arrepentido personaje que pide clemencia por la salvación de su alma. Tampoco evocamos al don Juan humillado, que se pone de rodillas ante el Comendador, sino en el don Juan seductor que mancilla la honra y la virtud de las mujeres. Don Juan es de una naturaleza infinitamente contradictoria, al renunciar al infierno renuncia, en gran medida, a su esencia.



Don Juan Tenorio constituye el drama romántico por excelencia. Supone un retorno a la Edad Media y la revaloración de temas propios del Siglo de Oro. Se retoma la estética lopesca y calderoniana. Don Juan Tenorio supone una parodia clásica. En la obra observamos todos los elementos de la obra seria, pero sin bases creíbles. Don Juan Tenorio es una refundición de El Burlador de Sevilla y Convidado de piedra de Tirso de Molina.  El donjuán de Zorilla no pretende ser una nueva interpretación del personaje tirsiano. El tema del honor inflexible está representado por Gonzalo de Ulloa al igual que en los dramas calderonianos. Sin embargo, la gran contribución de Zorrilla al Romanticismo constituye la creación de doña Inés, que hace posible la salvación del libertino. El estilo del drama está en armonía con el tono paródico. Una gran cantidad de elementos románticos invaden el drama: elementos carnavalescos, peleas callejeras, apuestas, encarcelamientos, sacrilegio, rapto, etc. La segunda parte se abre con sepulcros, estatuas de piedra, invitación temeraria, banquete, duelos y muerte. 


José Luis Braulio Benítez.

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